Probablemente sea revelador que la palabra "fracking" suene casi como una mala palabra. Investigadores de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins han descubierto que las personas que viven cerca de pozos de gas natural activos y no convencionales operados por la industria del fracking tenían significativamente más probabilidades de sufrir ataques de asma. Es el último de una serie de estudios que han vinculado la industria del fracking con problemas de salud, como bajo peso al nacer, problemas de piel y problemas respiratorios superiores.
“El nuestro es el primero en analizar el asma, pero ahora tenemos varios estudios que sugieren consecuencias adversas para la salud relacionadas con la perforación de pozos de gas natural no convencionales”, afirma la directora del estudio, Sara G. Rasmussen. “De cara al futuro, debemos centrarnos en las razones exactas por las que suceden estas cosas, porque si las conocemos, podemos ayudar a que la industria sea más segura”.
Para el estudio, los investigadores analizaron los registros sanitarios de 40 condados de Pensilvania. La industria del fracking ha desarrollado más de 9.000 pozos en ese estado en tan sólo los últimos 10 años. Los investigadores de Hopkins identificaron a más de 35.000 pacientes con asma de entre cinco y 90 años. Mapearon dónde vivían los pacientes con ataques de asma y los cruzaron con estadísticas como la ubicación, el tamaño, el número, la fase, la profundidad total y la producción de gas de los pozos. Compararon esos mapas con los de pacientes con asma que no habían tenido ataques en el mismo año.
Los resultados fueron reveladores. Los investigadores afirman que quienes vivían cerca de un gran número de pozos o de pozos más grandes tenían entre 1,5 y 4 veces más probabilidades de sufrir ataques de asma. También añaden que sus hallazgos se mantuvieron incluso cuando se tuvieron en cuenta factores de riesgo tradicionales como las carreteras principales, los antecedentes familiares, el nivel económico y el tabaquismo.
“En el futuro, todo el mundo puede aprender de la experiencia de Pensilvania”, afirma el autor principal del estudio, Brian S. Schwartz. “Los organismos reguladores estatales deberían utilizar el creciente número de estudios sanitarios para comprender los posibles impactos ambientales y de salud pública de esta industria y cómo minimizarlos”.
Los autores del estudio afirman que aún no saben qué causa el aumento, pero que una variedad de factores, como la contaminación del aire, el aumento del tráfico de camiones y el aumento de los niveles de estrés por el ruido, podrían influir. Sugieren buscar tratamiento inmediato cuando aparezcan los síntomas de un ataque de asma y evitar los olores y el aire libre, cuando la contaminación del aire puede ser peor.
El estudio fue publicado en JAMA Internal Medicine.
Fuente: Comunicado de prensa , Facultad de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns HopkinsLos comentarios se aprobarán antes de mostrarse.